Los retos de SH que enfrenta al región por los incendios son alarmentes © Flavio Forner

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Los incendios en América Latina:

retos para la seguridad hídrica

Por Lisa Regourd y Melissa Boisson en entrevista con Paulo Petry, Científico Senior de Agua de la Unidad Regional de Seguridad Hídrica, e Hilda Hesselbach, Líder de Ciencia en Seguridad Hídrica de TNC México.

Durante millones de años, el fuego ha sido, y sigue siendo, una fuerza evolutiva importante que define el tipo de vida en la Tierra. Los humanos tienen un profundo vínculo con el fuego y los sentimientos que provoca van desde el miedo hasta la fascinación. Puede ser una fuerza destructiva o formar parte del ciclo natural de los bosques cuando se producirse de forma natural. No obstante, el fuego puede ser perjudicial, especialmente en los ecosistemas compuestos principalmente por plantas y animales que no poseen las adaptaciones que les permiten sobrevivir o aprovechar el fuego (que son sensibles al fuego). A través de los incendios estamos perjudicando a la biodiversidad, el ciclo hidrológico, los balances de CO, el clima e incluso la salud de la humanidad. 

Tendencia al alza

De acuerdo con el reporte de Global Forest Watch 2020, a pesar de las medidas mitigadoras y preventivas, la pérdida de bosques primarios debido a incendios fue 2.8 por ciento más alta en 2019 en comparación con 2018 y esta es una tendencia sostenida durante las dos décadas anteriores. Se estima que 1.8 gigatoneladas de emisiones de carbono son atribuibles a la pérdida del bosque primario acontecido en 2019, lo que es casi equivalente a la tasa de emisión anual del transporte internacional, esto de acuerdo con el reporte de la FAO sobre el impacto de los desastres y crisis en la agricultura y la seguridad alimentaria 2021.


Las causas más frecuentes de incendios forestales

Los incendios están relacionados con las condiciones de combustión de los ambientes, dependen entonces mucho del clima, de las sequías, de la humedad presente. El fuego en general puede desencadenarse debido a dos causas principales: causas naturales y causas antrópicas. Una causa natural es por ejemplo el fuego que se genera a partir de descargas eléctricas atmosféricas. Esto suele ocurrir en áreas montañosas en donde se encuentran tormentas convectivas locales. Ejemplos de causas antrópicas, es decir, aquellas derivadas de la presencia del ser humano, pueden deberse al descuido de las personas cuando hacen fogatas, tiran su cigarro en zonas secas; pero la razón más frecuente en América Latina es el fuego causado intencionalmente para la expansión agrícola y ganadera. En estos casos, los incendios resultan de quemas agrícolas que, bajo condiciones de sequía en la región, el fuero se escapa y se convierte en incendios descontrolados. Por ejemplo, se estima que en el 2020, el sector agrícola y las actividades ilícitas, como cambio de uso de suelo y vandalismo, fueron los principales posibles causantes de incendios forestales en México, con más de la mitad del número de incendios reportados.

No obstante, el incremento en las ondas de calor y la sequía extrema son dos condiciones fatídicas, asociadas con el cambio climático, que exacerban los grandes incendios tanto en su intensidad como en su velocidad de propagación.  Podemos decir que a medida que el mundo se calienta, también lo hace su potencial de quemarse y esto ha quedado de manifiesto en los incendios más dañinos de las últimas décadas.

2019 fue un año en el que el mundo ardió. En el Amazonas, California y Australia, los incendios forestales quemaron millones de hectáreas. Si bien, los incendios son sucesos recurrentes en la historia, la evidencia sugiere que el cambio climático está haciendo que los incendios sean más frecuentes e intensos, lo que inevitablemente amenaza la subsistencia y los medios de vida de las comunidades locales y de los servicios ambientales que presta la naturaleza, como lo es el agua.  

Sus impactos en la seguridad hídrica

Los incendios son un problema ambiental. Las consecuencias dependen del tipo de ecosistema en que se desarrollan. Si hay ecosistemas que son tolerantes frente al fuego, otros resultan muy dañados por los incendios.

En relación con el agua, los impactos varían y son diversos. Cuando llegan las lluvias después de un incendio, hay una movilización de las cenizas que cambia la calidad del agua en los arroyos y ríos. Dependiendo de la concentración de las cenizas y de la tolerancia de los organismos acuáticos, las consecuencias en la biodiversidad pueden ser muy impactantes. También, el fuego puede engendra la perdida de cobertura vegetal y las lluvias van a acceder directamente al suelo, la cobertura vegetal no va a jugar su papel de amortiguador, lo que genera un proceso de erosión mucho más intenso.

Los incendios de pastizales y bosques provocan la disminución de los niveles de infiltración y retención de agua en el suelo y producen una pérdida del carbono almacenado en la vegetación y del carbono y nitrógeno en las capas superficiales del suelo. Estas pérdidas pueden demorar más de una década en ser recuperadas. Con el incendio aumenta la producción de carbón superficial y almacenado bajo tierra y se modifican los flujos gaseosos, la liberación del carbono (CO2) y de partículas (cenizas) a la atmósfera y al agua.

¿Cuáles son los retos que tenemos que enfrentar?

Se estima que las 230 principales cuencas hidrográficas del mundo tenían un promedio de 68 por ciento de cobertura arbórea antes del 2000. No obstante, hacia el 2015, este porcentaje se desplomó a un promedio de 29 por ciento, y casi la mitad de estas cuencas perdieron más de la mitad de su cobertura arbórea (FAO, 2018c). Por otro lado, de las principales cuencas hidrográficas que perdieron más del 50 por ciento de su cubierta arbórea, el 88 por ciento mostraba un riesgo de erosión de medio a muy alto, el 68 por ciento tiene un riesgo de incendio forestal de medio a muy alto.  estrés hídrico de referencia (Springgay et al., 2019; FAO, 2018c).

En América Latina, observamos varias proyecciones en función del aumento de temperaturas y aumento de instabilidad en términos de sequías. Muestran que las probabilidades de incendios van a aumentar en las áreas áridas o semi áridas, pero también en áreas tropicales dónde antes no había tantas probabilidades de incendios debido al régimen de lluvias y a una humedad muy alta” explica Paulo Petry, Científico Senior de Seguridad Hídrica de TNC.

La restauración de las zonas afectadas por incendios no siempre es posible y muchas veces son procesos muy largos. La mejor opción es evitar incendios, manejando la disponibilidad de combustibles en áreas que tienen probabilidades de quema para reducir el riesgo, por ejemplo, o también disminuyendo la concentración vegetal en esas áreas para que haya una menor propagación del fuego.

El proceso de restauración pasa por la evaluación de los daños reales y la determinación de las medidas de recuperación” explica Hilda Hesselbach, Líder  de Ciencia en Seguridad Hídrica de TNC México. “Este trabajo se debe hacer en conjunto entre muchos actores (como las comunidades, el gobierno local, la comunidad científica, ONGs presentes) ya que entran en juego diversos parámetros esenciales” agregó.

Los incendios nos plantean amenazas importantes para las comunidades, nuestra seguridad alimentaria y nuestros medios de vida. Es fundamental contar con sistemas de alerta temprana, con un buen equipo de guardaparques y guardabosques, de brigadas de atención a incendios, bomberos y el trabajo coordinado entre comunidades, organizaciones civiles y autoridades, no solo para combatir los incendios, sino para prevenirlos y proteger nuestras fuentes de agua.

Varios Fondos de Agua juegan un papel muy importante en la prevención, detección y combate de incendios en distintos lugares de América. En próximas ediciones, destacaremos algunas historias. 

 

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Retos para nuestra región:

A través de los incendios estamos perjudicando a nuestra biodiversidad, el ciclo hidrológico, los balances de CO2, y nuestro bienestar.

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